jueves, 25 de abril de 2013

Envío de Osvaldo "Gordo" Peri


LA IGLESIA DE HOY 
Escribe MONSEÑOR DR. JOSÉ LUIS KAUFMANN 
Carta a los que critican
Estimados hermanos y hermanas.
El buen oficio de criticar consiste en juzgar acerca de las cosas, fundándose en los principios de la ciencia o en la reglas del arte. Pero hay una segunda acepción del verbo criticar que se refiere a: "censurar, notar, vituperar las acciones o la conducta de los demás". A éstos últimos, a las personas que son adictas a este vicio vergonzoso, quiero dirigirme en estas líneas, porque si llegaran a reconocer el daño que hacen y el desprestigio que van adquiriendo quizá comiencen un proceso de conversión. Nadie está irremediablemente perdido, por grandes que sean sus delitos.
En relación a la necesaria benevolencia para juzgar a los demás, Jesús es categórico: "No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?." (Lc. 6, 36-42).
Es cierto que aquellos que se complacen en hacer resaltar los defectos del próximo, en realidad pretenden disimular los propios o, quizá sin darse cuenta, están proyectando la propia suciedad sobre la vida de los demás que posiblemente no esté tan sucia como la de ellos. Además, puede resultar muy fácil despreciar lo que no se tiene; y por eso se critica, porque se está vacío.
Criticar, murmurar, hablar mal de otros es un delito que puede llegar a ser muy grave, sobre todo si daña la buena fama de otros. A veces, la impiedad de los que critican llega a ser tan sofisticada que también expresan alguna cosa negativa de alguien haciendo gestos, pronunciando monosílabos o emitiendo aclamaciones, que provocan juicios temerarios en quienes los ven o escuchan, dejando incoadas sospechas sobre las peores posibilidades.
Pero, en realidad, todo depende del interior, del corazón humano, y "lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que mancha al hombre.
Del corazón proceden las malas intenciones, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las difamaciones. Estas son las cosas que hacen impuro al hombre." (Mt 15, 18-20).
Los humanos somos imperfectos. Todos tenemos defectos y todos cometemos pecados. Por eso Jesús también enseña: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra" (Jn 8, 7). No hay nadie en el mundo, ninguna persona humana, que esté en condiciones de tirar la primera piedra. Las personas que son propensas para criticar están identificadas, son conocidas, sobre todo por ser flagrantes obstáculos para las buenas relaciones humanas. Los más sanos huyen de ellas, aunque las buscan aquellos que quieren enterarse del último chisme.
En lugar de entretenerse enhebrando defectos ajenos, a veces agrandándolos y poniéndoles colores, sería mucho más provechoso y equilibrado mirar, valorar y defender los valores y virtudes de los demás. ¡Que también los tienen!.
Hermanos y hermanas. Todavía quiero decirle algo más. Los que critican no se quieren ni a ellos mismos, porque se entretienen con los defectos ajenos mientras son ineptos para corregir los propios; y la vida de los que no saben amar es una existencia cruel, digna de lástima.
¡Dios nos libre a todos de la perversidad de la crítica maliciosa y nos dé su gracia para que aprendamos a ser virtuosos!.
Fuente Diario El Día, Revista del Domingo 


ORACIÓN

SEÑOR:
Dame un nuevo corazón

Un corazón sin resentimientos.
Un corazón sin susceptibilidades.
Un corazón joven, capaz de olvidar
los agravios verdaderos o falsos,,,

Dame hoy un nuevo corazón
que sepa tener esperanza
cuando todos los demás la pierden.
Un corazón amable para que sepa
sonreír aún con lágrimas.

Dame un corazón que no pierda
la confianza en los hombres, aun
cuando ellos fallen mil veces.
Un corazón que sepa ser siempre
puro, generoso y desinteresado
aunque sienta el lastre del egoísmo
y el mordisco del instinto.

Dame Señor un corazón amable
y optimista como el tuyo.
Un corazón lleno de Paz,
de dulzura y bondad.
Un corazón que ame realmente
y que no se canse de dar y pedir perdón.

Dame Señor un corazón nuevo para
que renueve mi ilusión y mi
espíritu de caridad,
para seguir sirviéndote
en este mundo sediento de Amor
Amén. 


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